lunes, 28 de julio de 2008

¿Patriotismo o mojigateria?

Un gran escándalo el que se ha armado estos últimos días, debido a la foto de la, ahora, conocida bailarina Leysi Suárez. Y no es para menos, todos aquellos defensores de la moral, la buena costumbre y el buen gusto han dado el grito al cielo, porque ¿Cómo es posible qué esta chica salga desnuda cabalgando encima de la bandera, manchando el honor de nuestro símbolo patrio? ¡Pena de cárcel para ella!

Desde luego, si Bolognesi y compañía pudieran ver lo que vieron nuestros ojos en esta foto, estoy plenamente seguro, no les haría mucha gracia. Sin embargo, de ahí a que el ministro de defensa haya hecho espacio en su apretada agenda para darle cabida a una denuncia ante la fiscalía, contra esta buena muchacha, que sólo cometió el delito de querer ganarse sus cinco minutos de fama, es realmente un exceso.

Nuevamente estamos ante un problema de forma y no de fondo. Porque es antipatriótico, posar desnudos sobre una bandera, pero no botar basura en la calle, ni tampoco, coimear a un policía. Porque ¿Quién me va a venir a decir que alguna vez no se aburrió de repetir las sagradas notas de nuestro, más que repetido hasta el hartazgo en el colegio, himno nacional? y ¿Quién no se sintió aliviado de ya no tener que hacerlo más cuando terminó secundaria?

No seamos hipócritas y admitamos que somos unos de los países menos nacionalistas del mundo. Sí, claro, es muy patriótico enorgullecerse del pisco, del cebiche, de la papa, vaya esfuerzo. Es más fácil sentir orgullo de algo que no nos cuesta, incluso de las glorias ajenas. No digo que esté mal, por el contrario. Es sólo que, ya es tiempo de que no nos quedemos varados en temas superfluos y comencemos a preocuparnos más por los temas realmente trascendentes y que hagan del Perú un mejor país. Eso no se logrará cantando el himno, ni ganando el mundial, ni mucho menos metiendo a la cárcel a Laysi Suárez. Sólo el esfuerzo, la solidaridad y la verdadera moral efectuaran realmente el cambio.

miércoles, 23 de julio de 2008

En respuesta al video los alumnos de la UNMSM

Veo con cierta mezcla de indignación y cólera, el video que unos estudiantes de la San Marcos editaron y colgaron en youtube, burlándose de mi universidad.

Estoy seguro que muchos de mis compañeros comparten este sentimiento, y ya es tiempo de dejar las cosas claras a esas personas que nos tildan de fascistas e intolerantes.

Si bien en los últimos meses, la institución ha visto manchada su imagen por sucesos como el de la alumna a la que se pretendía expulsar porque su celular sonó en medio de una clase, o el de la profesora a la que se intentó destituir de su cargo por lo referente a su opción sexual, estos casos de intolerancia e incomprensión, sólo se da a niveles administrativos, no al nivel de las relaciones entre alumnos, profesores o personal que labora en la universidad.

Yo reto a cualquier alumno, de cualquier universidad a que se pasee cualquier día de la semana por mi facultad, y me diga si ve alguna manifestación de intolerancia o exclusión. Le aseguró desde ahora, que no verá ninguna. ¿O acaso me equivoco, compañeros sanmartinianos?

Además, creo que ya es hora de dejar de ver la paja en el ojo ajeno. En todo el largo tiempo que llevan algunas universidades dictando cátedra, parece no haber un cambio significativo de mentalidad que haga que las cosas cambien en nuestro país. Saquen ustedes sus propias conclusiones, respecto a lo anteriormente mencionado. Claro no generalizo, definitivamente hay gente que ha contribuido al crecimiento del país, lamentablemente todo su esfuerzo, se ve opacado por todos aquellos seudo profesionales que parecen no haber pasado nunca por una clase de ética.

Por otro lado, esto es sin lugar a dudas, una cuestión de negocios. Porque ¿Les conviene a estas universidades que la San Martín siga ganándose sitio entre las mejores universidades del Perú?

A ver, analicemos. Si no somos unos eruditos intelectuales, con suficiente coeficiente intelectual y ganas de quemarnos el cerebro y perder gran parte de nuestra en vida entre libros y enciclopedias, ni tampoco tenemos el dinero suficiente para solventarnos una pensión de entre mil y dos mil soles mensuales, pero a la vez tampoco queremos ingresar a cualquiera de esas universidades nuevas de dudosa reputación ¿Cuál es nuestra mejor opción? Me parece que la respuesta es bastante obvia.

Con lo anterior mencionado, no quiero que se piense que en la universidad, no hay personas con un nivel de conocimientos bastante alto, ni que no tenga para gastar en pasajes todos los días. Pues en verdad, se puede encontrar de todo. Sino ¿Por qué somos la universidad con mayor número de alumnado en todo el país? Y no sólo eso sino que además somos la más grande, y lo seremos aún más, por el motivo que ya todos deben saber.

Así pues, amigos y compañeros, no nos sintamos avergonzados ni disminuidos, y demostrémosles a todos esos que se mofan de nosotros que no tenemos nada que envidiarles y si mucho de lo cual enorgullecernos.

lunes, 14 de julio de 2008

"Una historia de amor" Parte II: Amistad

Se llamaba Daniela, y tenía enamorado. Ya tenía conocimiento de lo último antes de conocerla. La había visto de la mano con un chico, cuando salía de la universidad. Al parecer, “el susodicho”, la había ido a recoger. Luego supe como se llamaba, pero no diré su nombre. Creo que el motivo es bastante lógico. Así que nos quedaremos con el artículo “él” para hacerle mención.

Bueno, regresemos a nuestro asunto. Luego de este pequeño intercambio de palabras, nos fuimos conociendo un poco más. Recuerdo que uno de los primeros días que le hablé, fue cuando con un par de amigos de la universidad ( dejémoslo en, el chino, y la geme), fuimos a comer al Mcdonald´s. Ese día en un acto de desprendimiento insólito en mí, le pagué el pasaje y le compré un helado. Ella me lo agradeció con un afectuoso abrazo.

Que no se me malinterprete, no hubo ninguna doble intención en ello. Como ya mencioné antes: sabía que tenía enamorado. Aunque, valgan verdades, en ese tiempo, eso no era ningún inconveniente para mí. Y no me enorgullezco de expresarlo. Con el tiempo aprendí, que una de las peores cosas que uno puede hacer, es interponerse en una relación de pareja.

Además de eso, debo confesarlo, soy de veras, muy tímido. Seguramente muchas de las personas que me conocen deben ya saberlo. Aunque, siento que en algunos casos, se puede confundir esa timidez con cierto grado de reserva y seriedad. Pero, ese no es el punto. El punto es que, me intimidaba bastante su presencia, pues ella era todo lo contrario a mí: muy sociable y conversadora.

No recuerdo exactamente de lo que hablamos los cuatro ese día, solo recuerdo que me sentía algo cohibido con su presencia y que no sabía que carro tomar para llegar óvalo Gutiérrez, así que tuvimos que embarcarla en Javier Prado.

Después de eso, recuerdo el día en que no sé porque motivo, terminé caminando con ella y una amiga ( digamos que, Susy), hacia su casa. En todo ese lapso de tiempo, nos estuvo contando parte de su vida, y desde ese momento, la confianza entre los dos fue en aumento. No sé cómo, ni en que momento fue, que comenzamos a volvernos tan amigos. La acompañaba a su casa todos los días (al menos los días, en que “él” no iba a recogerla), hablamos hasta tarde por teléfono (después de que hablaba con “él”) y conversábamos bastante por menssenger.

Y no sé en que momento se convirtió en... Algo más que una simple amistad.

domingo, 13 de julio de 2008

Lima la horrible

No hay nada más deprimente en la vida de un limeño, que alzar la mirada y encontrarse con ese cielo pálido y gris que cubre nuestras cabezas. Y más aún si estás en pleno centro de Lima, y además de eso, la monocromática imagen se ve contrastada con tristes y lúgubres edificios, como me pasó hoy, cuando pasé por ahí.

El invierno en Lima es... trágico; no es exageración. Pueden ser las ocho, nueve, diez de la mañana o derrepente las dos, tres, cuatro de la tarde, y sin embargo, la diferencia no será muy notoria. Afortunadamente, la noche siempre llega. No sé que pensará el resto de limeños, pero al menos a mí, me reconforta pensar en ello.

La vista al mar, desde los malecones que circundan la ciudad es totalmente fantasmal. El agua de un color indefible, problamente del mismo matiz que el cielo, desgarra la orrilla con vigorosas olas que son producto del fuerte viento. En las casas antiguas, se percibe el fuerte olor a húmedad. En las calles, las lluvias y la neblina, hacen que el frio se intensifique y penetre debajo de nuestras ropas y logre entrar hasta los huesos, y muchas veces hasta el fondo del alma.

Lima se viste, hoy, de un feo y gastado vestido gris, y nosotros la contemplamos apáticos, melancólicos, talvez rencorosos. Lima la horrible. Lima. Nuestra Lima...

jueves, 3 de julio de 2008

Relato: Cicuenta Céntimos

Alberto Izaguirre tiene 40 años, un zippo, un disco original de Juan Diego Flórez y un departamento en Surco. Manuel Quispe tiene 45 años, una navaja, un calendario de Susy Días y una camisa de uniforme nueva. ¿Qué es lo que crea desavenencia entre estos hombres? ¿Su clase social? ¿Su doctrina política? ¿Su color de piel?. No. La razón de la disputa son... cincuenta celebérrimos céntimos...

Manuel: Ya pues jefe, ¿Cómo va a ser china hasta el óvalo?, no se pase.
Alberto: Lo siento, no traigo más sencillo
M: Es la tarifa, mire ahí dice (señala el sticker de la ventana)
A: Bueno, si tienes cambio de cien soles...
M: No sea malo, pues, jefe.
A: Entonces, ¿Qué quieres qué haga?
M: Que me pague el sol. Lo justo.
A: Lo siento no tengo. ¡Baja óvalo! ( se dispone a bajar)
M: No, no, no ha pagado. ( sujeta el pestillo de la puerta con la mano)
A: ¡Déjame bajar, cholo de mierda!
M: Hey, ¿Qué pasa? ¡No se ponga faltoso!

Esta mañana, a Alberto Izaguirre se le malogró el carro. Tuvo que tomar taxi para llegar temprano a trabajar a su oficina en Miraflores. A la hora del almuerzo, uno de sus asistentes lo jaló a San Isidro, a un lugar dónde el menú costaba 15, 50. Almorzó, pagó la cuenta (con los 20 soles que le habían sobrado del taxi), y le dejó casi todo el vuelto a la mesera que lo había atendido. Sólo se quedó con cincuenta céntimos. Para no caminar, y no tomar taxi decidió tomar micro. “Cincuenta céntimos, suficiente hasta allá. Estamos cerca.” Pensó.

Chofer: Respete Señor, por favor.
Alberto: ¿Qué respeto?. Hace media hora que le estoy diciendo al cobrador que no tengo para darle más.
C: Es la tarifa señor.
A: Pero, le estoy diciendo que tengo cien soles, si tiene cambio de cien soles, perfecto.
C: No pues, señor, no le vamos a cambiar cien soles, sólo por cincuenta céntimos.
A: Entonces no me haga escándalo por cincuenta céntimos.
C: Ya, ya, ya... Mañuco, deja bajar al pituco misio...

Alberto se baja en el óvalo. Se siente irritado. Camina los pocos pasos que lo separan de la oficina. Se mete las manos en los bolsillos y...

Manuel: ¡Carajo!.
Chofer: ¿Qué pasa?
Manuel: No me pagó.