domingo, 17 de agosto de 2008

Una Historia de Amor: Parte III: ¿Amistad?

En ningún momento imaginé que aquello que comenzó como un juego, pronto terminaría haciéndose realidad. Y cuando digo que “comenzó como un juego”, no lo digo de manera figurativa, pues nos encantaba hacer parecer que nos poníamos celosos el uno del otro cada vez que alguna persona del género opuesto se nos acercaba. Y no sólo eso, sino que también, hacíamos como si nos gustásemos. Además, pasaba lo ya mencionado antes ( las llamadas telefónicas, las conversaciones de msn, las caminatas hasta su casa, etc). A todo eso llamábamos nosotros amistad. ¡Claro!

Ahora que lo analizo de manera más detallada, no sé si en algún momento verdaderamente tuvimos algo que se pudo haber llamado “amistad”. Al principio, era conocer a alguien nuevo, alguien que no sabías, ni te imaginabas que podía terminar siendo importante o no en tu vida, alguien que a la larga podía resultarte indiferente o necesario. En lo que a mí respecta, esta etapa es algo larga, y concluida la misma es que se puede considerar a alguien amigo o conocido. Con ella fue diferente, pues cuando llegué a conocerla un poco más a fondo supe que no podría sacarla de mi vida nunca más. La razón era bastante obvia.

Trataba de negarlo indudablemente, pues sabía el riesgo que significaría aceptar ese sentimiento. En primer lugar, porque ya había estado en una situación similar en el pasado– haberme “enamorado” (lo pongo entre comillas porque recién ahora entiendo el real significado de esa palabra) de una chica que tenía enamorado- y había quedado irreparablemente mal , y en segundo lugar, porque hasta donde yo tenía entendido en ese momento, ella me veía como a un gran amigo.

Así pues, me vi en la necesidad de ocultarlo, pero sobretodo negarlo, intentando de cualquier manera buscar esa especie de química que tenía con ella, en alguna otra chica. Mis esfuerzos, obviamente fueron vanos. Nada podía compararse con aquellos ratos tan armoniosos y agradables que pasaba con ella. Con esa alegría infinita y esa bondad tan esperanzadora que irradiaba.

Recuerdo esa vez que la vi cantando por primera vez en un escenario. Se veía tan segura de sí misma, tan desenvuelta, tan ella, que por un momento envidié de manera casi asesina al que hasta ese momento era su enamorado. Para ese entonces, el primer ciclo ya había culminado, y estábamos de vacaciones. La habré visto un par de veces, sin contar la vez que cantó y una última vez antes de retornar a clases. Lo hizo en “La estación” de Barranco, gracias a una productora que conseguía gente que quisiera cantar y les daban cierta cantidad de entradas para que vendan... en fin, un negociazo. La cuestión era que esa fue la penúltima vez que la vi en vacaciones.
Claro, que a pesar de que no nos veíamos mucho, seguíamos con nuestras interminables charlas telefónicas y nuestras amanecidas en msn. Tal vez fue el sueño, que en una de esas noches que chatéabamos, nos hizo quitarnos el velo y ver de pronto una realidad que se hacía cada vez más evidente. Porque nosotros sabíamos muy hondamente lo que sentíamos, pero los dos teníamos muchas razones para ocultarlo. Por eso, la última vez que nos vimos en vacaciones fue la primera vez que nos vimos sin máscara y también uno de los momentos más embarazosos de nuestra relación...

No hay comentarios: